Por Fernando Moreno Bardón
El caserón que antaño llenó de voces, sonidos de cencerros y mugidos temerosos, firmes pezuñas que retumbaban en las losas del corral, aquel añorado caserón ha quedado mudo y sin vida.
El pajar donde los “rapaces” saltábamos para apretar la hierba se encuentra vacío y cerrado, las cuadras de un patético silencio, el gruñir del “gocho” enmudecido, y el “cuarto de abajo” de la cecina, el vino y las patatas, se ha cubierto del elaborado tejido de la araña.
La desolación reina donde la vida de personas y animales convivía en necesaria armonía, en aquel tan querido y recordado caserón de mis abuelos de Vegapujin.
Aquel cuarto diminuto donde yo dormía y contemplaba la enorme luna llena y la Peñona, aquella mole de piedra veteada con manchas rojizas, aquel cuartin refugio y lugar de sueños de mi infancia y adolescencia, ha sido destruido por el paso del tiempo y la incapacidad humana de conservar los recuerdos
La “era”, donde se majaba el centeno en acompasados golpes alternos de los históricos “piertigos (menales),” las risas, las bromas y los sencillos cantos de amores perdidos, ésta recordada “era” está hoy muda y cubierta de cardos y ortigas.
Aquel fuego alimentado por viejos piornos ya no calienta los cuerpos cansados y húmedos, y de las oscuras trébedes cuelga sin vida el perolo vacío de esencias.
Nada es lo que era, de los dos alerces hermanos, a la derecha de la foto, que fueron plantados por mediación de mi tío-abuelo, el General Laureado Don Segundo García y hermano de mi querida y recordada abuela María, uno de ellos fue talado para la construcción de una casa, y espero que el que queda perdure en el tiempo.
Solo él, el alerce, también llamado “el pino de la Viliella” queda como testigo de un tiempo pasado, irremediable perdido y que solo está guardado para siempre en este corazón dolido.
Y mientras, ajenas al humano olvido, mis truchas de lomo dorado siguen surcando las cristalinas y frías aguas de mi querido rio.
f. moreno bardón Carmona(Sevilla) 03/01/2020
Hola Nano!!! Que belleza de relato!!! Lo leo y es como si hubiese vivido cada momento con ustedes, es precioso y muy emotivo!!! Recuerdos imborrables de tu querido lugar en el mundo!!!!! Un abrazo
Gracias María Teresa por compartir estos recuerdos tan íntimos como entrañables y que nos esforzamos porque no se pierdan con el paso del tiempo.
No pierdo la esperanza estimada María Teresa de conocerte personalmente y en compañía de nuestro común amigo Piorno poder visitar nuestro querido Vegapujin y sentir en nuestros rostros la inconfundible brisa que desde el Tambarón acaricia todo el Valle Gordo.
Con todo mi afecto un respetuoso abrazo.
Hola Nano !!!! Nosotros siempre pensando en volver…..creo que en estos momentos mi ilusión se esfumó ….lo siento tanto!!! Mi deseo de conocerte y volver a Vegapujín con nuestros amigos en común Piorno y Manolo quedará en la bolsa de los deseos . Con la problemática mundial ya no nos animaríamos a nuestra edad cruzar el charco . Creo que llegó el momento de guardarnos, tomar conciencia y quedarnos en casa.
No dejes de escribir !!!!! Un abrazo grande
Hola amigos del blog!!!!! En estos momentos de angustia por todo lo que están pasando les envío un abrazo muy grande y a cuidarse!!!!!
Un abrazo muy grande para todos!!!!
Gracias, María Teresa. Es muy reconfortante ver como alguien, a pesar de la gran distancia que nos separa, nos recuerda y nos da ánimos. Intentaremos llevarlo de la mejor forma posible.
En mi nombre y en el de todos los lectores del foro, muchísimas gracias.
Un fuerte abrazo para toda la familia
Estimada María Teresa,
Gracias por tus buenos deseos que remito íntegros para ti y tu familia en estos extraños momentos de incertidumbre. Mi admirado y sabio José Ortega y Gasset ya sentención en el 1914 lo siguiente “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Hoy las “circunstancias” nos atañen a todos y no me cabe la menor duda que todos, con sentido de la responsabilidad y civismo seremos capaces de recuperar nuestra libertad de acción y derechos.
Por otra parte, estimada María Teresa, los recuerdos son la parte fundamental de nuestra existencia, sin ellos no seriamos nada, y nosotros entre otros muchos tenemos los vividos en ese entrañable pueblo del Valle Gordo llamado Vegapujin. Ellos nos acompañan y dan ánimos.
Con el realismo que me aconseja mi formación técnica, estoy seguro que se solucionará el difícil momento que a nivel mundial estamos viviendo, y nos permitirá seguir disfrutando de la vida, que es lo que en este momento de corazón te deseo.
Un fuerte abrazo.
Me gustaría compartir con todos vosotros, si nuestro querido amigo Piorno lo considera oportuno, este artículo que he leído y me parece interesante en este desastre que estamos viviendo. Nuestros niños nos están dando un maravilloso ejemplo de solidaridad y civismo. Son el futuro de todos nosotros y creo que esto lo tenemos que tener muy en cuenta. mi homenaje para todos ellos.
NIÑOS Y COVID-19
Es curioso que mientras los adultos se amontonaban en las tiendas para hacer acopio de papel higiénico y alimentos, antes de que comenzara la cuarentena, ningún niño fue a la tienda de chucherías para dejarla sin existencias por miedo de que no hubiera chuches para todos los niños.
Es curioso que mientras los adultos se saltan la cuarentena para tomar el aire o hacer jogging, los niños que necesitan mucho más el movimiento, no se hayan escapado de casa a saltar, correr o tomar el parque con sus juegos y algarabías.
Es curioso que estén haciendo deberes cuando se lo pedimos, ayudándonos en casa sin que se lo pidamos, o celebrando cumples sin amigos, y sigan regalándonos cada día sus mejores sonrisas mientras sobrellevas la frustración.
Es curioso que mientras los adultos pasamos el tiempo colgados del móvil o el ordenador (como yo ahora), los más pequeños de la casa se entretienen haciendo cabañas, dibujando, hablando entre ellos o jugando con su imaginación.
Es curioso que cuando comenzó el estado de alarma muchos pensaron que el mayor problema serían los niños recluídos en sus casas, y que ahora nos estén dando a los adultos una lección de civismo, calma y paciencia.
Es curioso que hasta ahora no nos hayamos dado cuenta de que los niños son seres maravillosos, resistentes, colaborativos, solidarios, imaginativos, pacientes, afectuosos… y que todavía les tratemos muchas veces con amenazas, gritos o castigos. Ellos no piden mucho, se conforman con poco. Solo necesitan que los adultos seamos capaces de entenderlos, de hablarles con respeto y de dedicarles un poco de nuestro tiempo para demostrarnos lo maravillosos que son, curiosamente, en muchos casos más pacientes, respetuosos y solidarios que los propios adultos.
Álvaro Bilbao – Neuropsicólogo.