LA INMACULADA CONCEPCIÓN (Patrona del ejército español)

Uno de los lectores asiduos de este blog, Paco Cerezal, un bilaxu en la diáspora, me pidió que publicara un relato  que él escribió en Diciembre de 1959 cuando estaba cumpliendo el servicio militar, unos meses despés de haber regresado de Sidi Ifni a la base de la Bandera paracaidista en Alcalá de Henares; relato  por el que obtuvo el 1º premio en un certamen literario patrocinado por la 1ª Bandera paracaidista, en conmemoración a la festividad de la patrona del ejército español, la Inmaculada Concepción.

Su intención al publicarlo, por lo que me comenta, es la de alzar una voz -aunque esta voz tenga escasa resonancia- en desagravio del ejército español y, muy especialmente, para dedicar un emotivo recuerdo a sus camaradas paracaidistas muertos en defensa de la Patria, durante el sitio del ejército moro al puesto avanzado de Tiliuin, en la llamada guerra de Sidi Ifni, en Diciembre de 1957, y que, incomprensiblemente, su recuerdo ha sido silenciado tanto por las autoridades políticas como por los medios de comunicación afines a los gobiernos de turno.

Teniendo en cuenta el interés de ciertos dirigentes políticos, en la actualidad, por denostar al ejército español, he considerado pertinente acceder a la petición de Paco Cerezal, a quien, sin duda, los bilaxus  reconoceréis en la fotografía que aquí se publica.. Además, puesto que hace pocas semanas se ha celebrado el día de la madre -en 1958 el día de la madre se celebraba  el 8 de Diciembre, coincidiendo con la festividad de La Inmaculada-, y que este relato tiene también mucho que ver con la felicitación a las madres, no he dudado en publicarlo.

Francisco Cerezal González                                                                                                                   
7ªCompañía  1ªBandera  paracaidista                                                                  Alcalá de Henares, 8 de Diciembre de 1958

«En recuerdo a mis camaradas caídos durante el sitio al fuerte de Tiliuin (Sidi Ifni), por parte del ejército moro en Diciembre de 1957».

                                                        RELATO

«Una espléndida mañana de Diciembre de 1958, cuando el sol con sus pálidos reflejos trata de disimular el frío del invierno, al compás de trompetas y tambores, una brigada perteneciente a la 1ª Bandera paracaidista, con base en Alcalá de Henares, desfila con ritmo y marcialidad por las principales calles de la ciudad.

 Es un día grande; día de fiesta, día de la madre. Al paso de los caballeros paracaidistas la multitud se agrupa a lo largo de las aceras buscando el punto de mejor visibilidad. Nadie quiere perderse detalle alguno del desfile. La música de la banda militar ensalza el sentimiento de fiesta en los corazones de las gentes; hasta los balcones visten sus mejores galas: colocadas sobre sus verjas destacan los colores rojo y gualda de innumerables enseñas nacionales.

 Suenan los primeros redobles y tras ellos la escuadra de gastadores. Con las miradas al cielo, marcan el ritmo del desfile. Alguien pregunta en voz alta: ¿Quiénes son? Nadie responde, la emoción lo impide, pero de cada corazón emerge un grito: Es una brigada paracaidista del glorioso ejército de tierra que, en este día, rinde honores a su patrona, La Inmaculada Concepción.

 Glorioso ejército, sí; porque sus hazañas siempre fueron coronadas de laureles; glorioso, porque su sangre regó los campos de batalla en defensa de la patria siempre que fue necesario; glorioso, porque un soldado español no vacila, llegado el momento, en entregar su vida por defender su bandera.

 En los pechos de quienes contemplan el desfile se mezclan todo tipo de emociones. Los niños, sentados los más pequeños sobre los hombros de sus padres, se embelesan contemplando el ritmo y el colorido de los uniformes de gala; las mujeres, madres, hermanas y novias, en su mayoría, de los paracaidistas que desfilan, sienten como las lágrimas empiezan a nublar su vista; los hombres, especialmente aquellos que ya han conocido el olor de la pólvora y el silbido de las balas, sienten un nudo en sus gargantas que les oprime el pecho. Ellos, en días no lejanos y ya pasados, también rindieron homenaje a su patrona, a su madre celestial. Por ello, el paso de la bandera paracaidista despierta en su alma recuerdos y emociones imborrables; imborrables y también inenarrables; porque como dice una estrofa del poema: “La Patria”, de Ventura Ruiz Aguilera: “La patria se siente, no tiene palabras”.

 En este señalado día, los paracaidistas del ejército de tierra, además de rendir honores a su patrona, hacen alarde de la gran fe que en ella tienen depositada. Fe necesaria para no desmayar en el combate y que, sin ella, sería muy difícil entregarse en la lucha hasta el último aliento.

 Retrocedamos en el tiempo y situémonos en el 8 de Diciembre de 1585, cuando 5000 infantes del Tercio de Flandes, al mando del capitán Francisco de Bobadilla, hambrientos, mojados, sin apenas munición y muertos de frío, sufrían el incesante acoso de sitio que 12000 hombres comandados por  el almirante holandés Holak, les imponían. Tras meses de asedio, y a la vista de la desesperada situación, el almirante Holak les conminó a la rendición. El capitán Bobadilla le respondió con la célebre frase de la que todo el ejército español, en general, y los paracaidistas, en particular, tan orgullosos se sienten: “El ejército español prefiere la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de rendición después de muertos”. Y, efectivamente, dispuestos estaban a morir; pero, quiso el azar que uno de los soldados, mientras cavaba una trinchera, encontrase un retablo de la Inmaculada Concepción. Ante aquel casual hallazgo, la fe debilitada por la penosa situación de la tropa, volvió al corazón de los hombres proporcionándoles una increíble energía, que transformó la inminente derrota en una  gran victoria; hecho este, por el que el ejército español nombró como su patrona a la Inmaculada Concepción. A partir de aquel suceso, los soldados españoles, y muy especialmente los paracaidistas, se encomiendan a su patrona, a su madre celestial, cada vez que es necesario entrar en combate.

 Volvamos a nuestro tiempo: El 27 de Noviembre de 1957, en las enormes llanuras  africanas de Tiliuim, cual isla perdida en medio del océano, se hallaba el fuerte del mismo nombre, puesto avanzado de las tropas españolas. Las olas que batían sus muros no eran de aguas azules y saldas sino de fuego de ametralladoras y morteros. Afortunadamente, el ejército moro que sitiaba el fuerte, al menos en aquellos días, no disponía de cañones que hubieran podido derribar los muros con suma facilidad. El fuerte, un recinto cuadrangular de unos 10.000 m2, estaba rodeado por un muro de gruesas paredes hechas de barro  y de apenas metro y medio de altura. En la parte sur del mismo, 4 torretas de unos 3 metros de altura, protegían dos portones de entrada. Otras torres de protección, similares a las de las entradas, se hallaban en cada esquina del fuerte, así como a todo lo largo de los laterales. Torres que servían para emplazamiento de ametralladoras. En el interior y a un par de metros de los muros, había colocada una alambrada como segunda línea de contención. Y más allá de la alambrada, lo habitual en un puesto avanzado donde vive una guarnición militar con sus familias: un edificio cuartel para la tropa, un edificio para la población civil, una escuela -al lado de la cual había un jardín donde, antes de estallar la revuelta correteaban los niños-, oficinas y pabellones para los oficiales, cuadras y abrevaderos para las caballerías, un pozo con una noria y, en el centro y, circundado por edificios, el patio de banderas.

En aquel día 27 de Noviembre de 1957, de los 60 hombres pertenecientes al cuerpo de tiradores de Ifni, que defendían el fuerte, ya sólo 40 de ellos quedaban en pie. El autonombrado ejército de liberación que sitiaba el puesto avanzado y que desde el día 23 de Noviembre estaba lanzando continuos ataques sobre los sitiados, conocedor de la precaria defensa de la fortaleza, parecía decidido a iniciar un definitivo asalto. A la vista de la situación, las autoridades militares españolas, cuyo cuartel general se encontraba en Ifni, y que desde hacía varios días estudiaban la posibilidad de efectuar un rescate de los sitiados en Tiliuin, el 28 de Noviembre tomaron la decisión de intentar el rescate.  El rescate debería iniciarse el día 29 a primera hora de la mañana. El principal escollo, además de estar necesitados de efectivos en la capital, era que los  60 Km. de carretera que separan Ifini del fuerte, casi en su totalidad, estaban controlados por el ejército moro y, consecuentemente, la única forma de entrar, sin sufrir excesivas bajas, era por el aire. Se trataba de reforzar la defensa del fuerte hasta que el grueso de las tropas, que venía de la península, llegara a Sidi-Ifni. Entonces se podrían liberar todos los puestos sitiados por el ejército moro. Entre tanto, había que ayudar a los valientes soldados que defendían el fuerte de Tiliuin, así como al personal civil. La misión le fue encomendada a la 7ª compañía de la 1ª Bandera paracaidista del ejército de tierra, al mando del capitán Sánchez Duque. 

Para que los paracaidistas no fueran ametrallados en su descenso y evitar que la misión terminara en un estrepitoso fracaso,  era necesario un ataque previo con la aviación. Sin embargo, había un grave inconveniente: Marruecos era aliado de Estados Unidos y, por esa razón, España no podía utilizar sus modernos caza-bombarderos F- 86 de fabricación norteamericana, los cuales ni siquiera habían podido despegar de los aeródromos españoles. Así pues, no cabía otra alternativa que echar mano de lo que había. El 29 de Noviembre de 1957, al despuntar el día, 5 viejos aviones Heinkel (B-2-11), de fabricación alemana, fueron los encargados de bombardear insistentemente las posiciones enemigas. Poco después, despegaban 5 aviones de transporte Junkers JU-52 -también de fabricación alemana y más obsoletos aún que los Heinkel- con 75 paracaidistas a bordo; 15 en cada avión. Un sexto Junker despegaba en último lugar, cargado con armamento, municiones y víveres para abastecer a los sitiados. Después de que los Heinkel bombardearan incesantemente las posiciones enemigas, el ejército moro se retiró  hacia la franja del Marruecos francés, cuya frontera se encontraba a unos 300 metros del fuerte, a orillas del río Asaca, donde, para no crear un conflicto con Francia, los aviones españoles no podían perseguirles. Los paracaidistas, todos ellos muchachos de edades comprendidas entre los 19 y 20 años, sin ninguna experiencia en combate, pero muy bien instruidos, saltaron sobre el fuerte con matemática precisión y sin contratiempo alguno.

Una vez en el interior del fuerte, después de haber recogido los paracaídas y tras los saludos de rigor, el capitán Sánchez Duque mandó formar a los paracaidistas en el patio de bandeas y,  una vez formada la compañía, en posición de firme, con el semblante serio y la voz un tanto emocionada, se dirigió a todos nosotros con estas palabras: ¡Caballeros paracaidistas, ha llegado el momento de demostrar el valor y el grado de instrucción de esta unidad. Hemos venido a liberar a nuestros camaradas y a la población civil. Tengo la absoluta seguridad que, con vuestro coraje y con la ayuda de nuestra patrona la inmaculada Concepción,  lo conseguiremos!

Durante 2 días, probablemente como consecuencia de los bombardeos de los Heinkel, apenas si oímos algo más que el traqueteo de algunas ametralladoras bastante distantes del fuerte. Y así, con algunas escaramuzas sin demasiada importancia, llegamos al día 1 de diciembre. Los moros, pasada la sorpresa de los bombardeos, se habían recuperado y ese día vimos como un considerable número de camiones se acercaban al fuerte por el sur, situándose a unos 200m. del fuerte. Desde nuestra posición pudimos ver como emplazaban ametralladoras y morteros. Durante el día, tal vez temerosos de que volvieran los Henkel, se parapetaban y no daban señales de vida. Cuando caía la noche empezaban los ataques. Primero nos bombardeaban con fuego de mortero, para pasadas unas par de horas hacerlo con las ametralladoras, pero sin intentar acercarse a los muros del fuerte. Por el día, en el fuerte, salvo los que hacían guardia, todos aprovechábamos para dormir, porque sabíamos que los combates empezarían al caer la noche. Tanto era así, que algunos soldados, cuando el sol se ocultaba, decían: Chicos, vamos al baile de todas las noches; aunque debo decir que cada noche la música era más ruidosa que la anterior. En la noche del día 4 de Diciembre intentaron un asalto masivo a la fortaleza y varios de ellos consiguieron saltar los muros y llegar a las alambradas don fueron abatidos, aunque también hubo varias bajas entre los nuestros. Aquella noche fue larga y terrible, pero conseguimos abortar el asalto. Las municiones empezaban a escasear y había que hacer buen uso de ellas porque no sabíamos el tiempo que aquella situación podría durar.

Para nuestra alegría, el 5 de diciembre, 2 compañías de la Sexta Bandera de la legión, conjuntamente con otras unidades llegadas de Canarias, rompieron el cerco y reconquistaron el aeródromo. Ese día terminó el asedio y, tras dar sepultura a los muertos, tanto a los moros caídos en las alambradas, como a los nuestros, destruimos las fortificaciones y, a bordo de los viejos y destartalados camiones que aún quedaban, todos -militares y civiles- abandonamos definitivamente Tiliuim, camino de Ifni. Tres días más tarde, el 8 de Diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, en el patio del acuartelamiento de Ifni se celebró una misa en honor y agradecimiento a nuestra patrona.

Aunque no nos era posible enviar una postal de felicitación a nuestras madres, ese día ellas eran las únicas que ocupaban nuestro pensamiento. Algunos, incluso, entre los que me encontraba, escribimos a nuestras madres una carta de felicitación, aún sabiendo que eran escasas las posibilidades de que salieran de nuestros bolsillos. Aquellos que, defendiendo nuestra bandera, cayeron en posteriores combates, sus cartas de felicitación se fueron con ellos. Yo, cuando volvimos a la península, deposité la mía en el primer buzón de correos que encontré.

 ¡Con cuánto júbilo y sentimiento, un hijo que se encuentra lejos del hogar envía una postal de felicitación en este tan señalado día a su madre! Esos mismos sentimientos desbordan hoy el pecho de los caballeros paracaidistas al rendir honores a su patrona; y, de la misma forma que un hijo se esmera en la dedicatoria de la postal a su madre, los caballeros paracaidistas, más que nunca, ponen todo su corazón en el desfile.

 El eco de los últimos redobles se pierde en la lejanía. Ha terminado el desfile. Ya pasó la brigada paracaidista. El nudo que oprimía la garganta de los hombres se va suavizando hasta dejar un ligero vacío en su corazón, mientras unas lágrimas que no llegaron a brotar, discurren por su garganta. Sí, ya terminó el desfile y, aunque tardará todo un año en volver a rendir honores a su patrona, ninguno de los que lo han presenciado lo podrá olvidar, porque, allá, en lo más profundo de su alma, han vivido en unos instantes todo lo que para ellos significa la Patria; algo difícil de expresar, porque “La Patria se siente, no tiene palabras. 

8 thoughts on “LA INMACULADA CONCEPCIÓN (Patrona del ejército español)

  1. Emocionante el escrito de Paco y emocionante aún más el que hoy lo traigas a este blog. Estoy contigo, amigo Piorno, contigo y con todos aquellos que defienden esta Patria nuestra, esta civilización de raices humanisticamente cristianas contra la barbarie de unos y el desprecio de otros quienes, por el contrario, no dudan en defender otro tipo de «luchas».
    Un abrazo.

  2. Amigo Piorno, magistral y emotivo relato el de tu amigo Paco. Me alegro el haber tenido ocasión de leerlo y como tú dices, dar a conocer hechos a los que no se les ha dado la merecida difusión y respeto, hechos reales que han protagonizado hombres valientes y abnegados y entre los que muchos de ellos dieron su vida por la Patria como un deber y un honor. Leyendo estos episodios que protagonizó tu amigo, me vienen a la memoria unos versos, Oda al dos de Mayo, de Bernardo López García, un poeta del siglo XIX, y que aprendí en el Colegio cuando era una cría. A pesar de que es bastante larga, la recuerdo entera… Y es que las personas mayores, o viejas, como se quiera decir, recordamos mejor todo lo de nuestra infancia y juventud que lo que hemos hecho hace un par de días. También es verdad que la poesía siempre me ha gustado, y ésta en especial siempre me ha emocionado y puesto carne de gallina. Vaya como personal homenaje a tu amigo, autor del relato, y a sus compañeros caídos en aquel frente.

    “Oigo Patria tu aflicción
    y escucho el triste concierto
    que forman tocando a muerto
    la campana y el cañón
    sobre tu invicto pendón
    miro flotantes crespones
    y oigo alzarse a otras regiones
    en estrofas funerarias
    de la Iglesia las plegarias
    y del arte las canciones

    Lloras porque te insultaron
    los que su amor te ofrecieron
    a ti, a quien siempre temieron
    porque tu gloria admiraron
    a ti, por quien se inclinaron
    los mundos de zona a zona
    a ti, soberbia matrona
    que libre de extraño yugo
    no has tenido más verdugo
    que el peso de tu corona

    Doquiera la mente mía
    sus alas rápidas lleva
    allí un sepulcro se eleva
    cantando tu valentía,
    desde la cumbre bravía
    que el sol indio tornasola
    hasta el África que inmola
    sus hijos en torpe guerra
    ¡no hay un puñado de tierra
    sin una tumba española!

    Tembló el orbe a tus legiones
    y de la espantada esfera
    sujetaron la carrera
    las garras de tus leones.
    Nadie humilló tus pendones
    ni te arrancó la victoria,
    pues de tu gigante gloria
    no cabe el rayo fecundo
    ni en los ámbitos del mundo
    ni en el libro de tu historia.

    Siempre en lucha desigual
    canta tu invicta arrogancia
    Sagunto, Cádiz, Numancia
    Zaragoza y San Marcial.
    En tu suelo virginal
    no arraigan extraños fueros
    porque indómitos y fieros
    saben hacer tus vasallos
    frenos para sus caballos
    con los cetros extranjeros.

    Y aún hubo en la tierra un hombre
    que osó profanar tu manto
    ¡espacio falta a mi canto
    para maldecir su nombre!
    sin que el recuerdo me asombre,
    con ansia abriré su historia,
    ¡presta luz a mi memoria!
    y el mundo y la Patria a coro
    oirán el himno sonoro
    de tus recuerdos de gloria.

    Aquel genio de ambición
    que en su delirio profundo
    cantando guerra, hizo al mundo
    sepulcro de su nación,
    hirió al ibero león
    ansiando España regir,
    y no llegó a percibir
    ebrio de orgullo y poder,
    que no puede esclavo ser
    pueblo que sabe morir.

    ¡Guerra, gritó ante el altar
    el sacerdote con ira!
    ¡guerra!, repitió la lira
    con indómito cantar,
    ¡guerra!, gritó al despertar
    el pueblo que al mundo aterra
    y cuando en hispana tierra
    pasos extraños se oyeron
    hasta las tumbas se abrieron
    gritando: ¡Venganza y guerra!.

    La virgen con patrio ardor
    ansiosa salta del lecho,
    el niño bebe en su pecho
    odio a muerte al invasor,
    la madre mata su amor,
    y cuando calmado está´
    grita al hijo que se va:
    ¡Pues que la Patria lo quiere,
    lánzate al combate y muere,
    tu madre te vengará!

    Y suenan patrias canciones
    cantando santos deberes
    y van roncas las mujeres
    empujando los cañones,
    al pié de libres pendones
    el grito de Patria zumba,
    y el rudo cañón retumba,
    y el vil invasor se aterra,
    y al suelo le falta tierra
    para cubrir tanta tumba.

    ¡Mártires de la lealtad,
    que del honor al arrullo
    fuisteis de la Patria orgullo
    y honra de la humanidad!
    ¡En la tumba descansad,
    que el valiente pueblo ibero
    jura con rostro altanero
    que hasta que España sucumba´
    no pisará vuestra tumba
    la planta del extranjero!.

    Es un poco larga, perdonad si os he cansado, pero creo que merece la pena desmenuzarla y disfrutarla. Y en mi humilde opinión, tendría que ser de obligada lectura en el Parlamento….

    Besos, Guaja

  3. Amiga Guaja, me maravilla tu memoria. Yo también, como en tu caso, leí ese poema por primera vez cuando iba a la escuela de D. Antonio Parra en Villager. Desde entonces para acá lo he leído muchísimas veces porque me parece un poema extraordinario, pero a pesar de haberlo leído muchas veces, de memoria sólo aprendí las primeras estrofas. Estoy totalmente de acuerdo contigo en relación a que debería ser, cuando memos, de recomendada lectura para los diputados y senadores, aunque mucho me temo que a no pocos de ellos les produciría urticaria. Como, entre líneas, muy bien se expresa nuestro buen amigo Pucelania, hay un buenismo exacerbado para los de fuera y un desprecio absoluto para los casa.

  4. Amigo Pucelania, ¡Qué razón tienes! A veces, escuchando a ciertos políticos tengo la impresión que como les sucede a las alubias podridas, el gusano está dentro. Espero poder verte este verano tomando una cerveza en la Campanona o en la 3 de Orallo.

  5. Emotivo relato de Paco Cerezal de los acontecimientos bélicos de 1957 acaecidos en el territorio de Sidi Ifni.
    Cuando hace un par de años tuve el placer de conocer a Paco Cerezal en Villager de Laciana y pasar un inolvidable día en Buen Verde, no podía intuir, que nuestras vidas se cruzaron hace más de 55 años en aquel lejano y desconocido lugar de Sidi Ifni.
    Desde Marzo de 1957 hasta Julio de 1958 pertenecí al Cuerpo de la Policía de Sidi Ifni cumpliendo el servicio militar obligatorio. Nuestro periodo de instrucción corrió a cargo de los paracaidistas de tierra enclavados en las inmediaciones del aeropuerto, y si fue duro el periodo nos sirvió y mucho para acometer y soportar lo que ocurrió a partir del 23 de Noviembre del 57.
    Una vez jurada bandera, los ochenta policías fuimos destinados en pequeños grupos por los distintos destacamentos como Tabelcut, Telata, Tiugsa, Ifni y el mencionado Tiliuin donde cumplieron con su deber seis de mis compañeros de la Policía.
    Estimado Paco, como tú, tengo dolorosos pero también hermosos recuerdos para los que volvimos y aun mas para aquellos que dieron su vida por lo que hoy apenas se menciona, como es el amor a la Patria, el sacrificio por los demás, el honor, el respeto, palabras que muchos de estos nuevos “salvadores de la patria” consideran vacías y sin significado.
    Estimados amigos Piorno y Paco, si aun tenemos la suerte de darnos un abrazo algún día, que sea para todos aquellos jóvenes valientes de todos los Cuerpos que ofrecieron su vida por honrar el beso que le dieron a su bandera cuando la juraron.
    Fernando Moreno

  6. Amigo Nano, como siempre, es un placer para los sentidos poder leer tus comentarios. Es curioso que hayas conocido a Paco, y que habiendo intimado con él como lo has hecho, no hayáis hablado de los episodios acaecidos en vuestra época militar. Será tal vez porque hay cosas de las que a ciertos hombres no les gusta hablar. Tendría gracia que, sin conoceros, hubierais compartido algún momento. Paco no me habló nada relativo a lo que tú comentas, pero no me extraña en absoluto porque, en lo que le conozco, puedo decirte que no es amigo de hablar de ciertas cosas. Cuando lea tu comentario -que sin duda lo leerá-, estoy seguro que se llevará una gran alegría.

  7. Sigue asi.
    Nos queda tanto por aprender de ti.

  8. Campanona, mi insensatez, aunque ignoro qué grado alcanza, no es lo suficientemente grande como para pretender enseñar nada a nadie. Si lo hiciera, se me podría comparar con el maestro ciruela, que no sabía escribir y puso una escuela. Realmente, si alguien aprende algo, ese soy yo, de vuestros comentarios. Mis relatos son simples pasatiempos o, si se me permite decirlo, impremeditados desahogos que me ayudan a llevar esa cruz de la que todos, en este purgatorio llamado mundo, de un modo u otro, nos toca tirar.
    Aprovecho tu comentario para ofrecer este blog -lo mismo que hice con el relato de Paco Cerezal- a quien desee escribir algo, ya sean relatos o cualquier otro tema que considere oportuno, siempre y cuando no sea ofensivo para los demás. Quien lo desee, puede enviarme sus escritos o fotografías a mi correo: piorno@live.com Yo lo leeré y, si como dije, no es un tema ofensivo, lo colgaré en este blog.

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