REFLEXIONES EN VOZ ALTA

Cuando en 2014 inicié este blog, lo hacía con la única intención de intentar seguir entreteniendo, dentro de mis modestos conocimientos literarios, a quienes me habían seguido, tanto en las tertulias de la web de Villager, dirigida entonces por Manuel Gancedo, como a los lectores de la extinta revista Xeitu, dirigida desde su inicio hasta su clausura por Víctor del Reguero, en las que solía publicar mis relatos. Desde el inicio de este blog, hasta hace algunos meses, exceptuando un par de fábulas, un par de cuentos navideños y algunos comentarios sobre la situación en Venezuela, me ceñí, única y exclusivamente, a publicar relatos relacionados con personajes y temas de nuestra tierra. Digo, hasta hace algunos meses, porque, vista la deriva que habían tomado nuestros políticos, no pude sustraerme a la tentación de hacer ciertas críticas al gobierno de turno.

Yo ya presuponía -cosa lógica, cuando se habla de política- que no todos los lectores del blog iban a estar de acuerdo con mis puntos de vista, lo que no es en absoluto censurable; lo que no hubiera podido imaginar es que cierto individuo –“de cuyo nombre no quiero acordarme”- que tiempo atrás, como muchos lectores de este blog recordarán, por el «imperdonable motivo», por mi parte, de haber publicado alguno de los crímenes de la dictadura bolivariana, me dedicó toda suerte de lindezas. Pues bien, últimamente, y si cabe con mayor ímpetu, ha vuelto a la carga. Ahora no sólo se limita a insultarme -la frase más suave es “facha hijo de…”-, sino que se permite el lujo de, veladamente, amenazarme. Si lo que busca es publicidad se equivoca, porque ya no voy a dar paso a ninguno de sus mensajes; si lo que pretende es que yo no escriba lo que me parezca oportuno, porque a él no le guste, quiero decirle que nadie le obliga a entrar en este blog, y que, por otra parte, sus amenazas no van a impedir que critique lo que a mi entender merezca ser criticado. Los políticos, a los que mantenemos con nuestros impuestos, son y han sido un verdadero desastre gestionando la pandemia y, no sólo a causa del virus, nos están llevando a la más absoluta ruina; ruina que ha conseguido que buena parte de la población ya haya sufrido el zarpazo de hambre, y eso, en mi opinión, es perfectamente criticable.

Probablemente, haya lectores bien intencionados que, por no estar debidamente informados, piensen que exagero, que cualquier otro gobierno hubiera hecho lo mismo; es posible, pero se trata de quien nos gobierna actualmente. Nada más lejos de mi intención que menospreciar a nadie o culparles por la falta de información, ya que no son ellos los responsables. Los verdaderos responsables son los medios de comunicación subvencionados por el gobierno de turno que omiten todo lo que al gobierno no le convenga divulgar . Un buen ejemplo son las colas del hambre en Madrid; digo Madrid, porque es lo que conozco. Las colas en los comedores sociales son kilométricas, pero para verlo hay que hacer acto presencial en ellas, ya que el gobierno tiene sumo interés en que no se conozcan y, naturalmente, las televisiones apesebradas lo ignoran olímpicamente.

Hablo con conocimiento de causa, porque me he molestado en comprobarlo presencialmente: hace unos días, sin ir más lejos, me acerqué a la cola del comedor social Ave María, sito en el número 4 de la calle del Doctor Cortezo. Era alrededor de las diez de la mañana, hora en la que la gente suele ir a recoger una bolsa de comida para llevársela a casa. Como uno más, me puse en la cola. Me precedía una mujer que llevaba de la mano a una niña de cuatro o cinco años. Difícil saber la edad de la señora, pues una amplia mascarilla y unas gafas de sol -a pesar de que estaba nublado- le cubrían todo el rostro y, para completar el disfraz, embutía su cabeza en un gorro de lana que le tapaba hasta las orejas. Deseaba iniciar conversación con ella, pero no sabía cómo empezar. Suponía que aquella suerte de disfraz no era casual, sino que lo que pretendía era evitar que la conocieran. Tanto su vestimenta como la de la niña, denotaban claramente que se trataba de personas pertenecientes, otrora, a la clase media. Estaba pensando como dirigirme a ella cuando, de pronto, escuché la voz de la niña que, entre sollozos, decía -mamá, tengo hambre-. La madre la estrechó contra su cuerpo como si con ello pudiera mitigar el hambre de la pequeña. Pasados apenas dos minutos la niña repitió -mamá, tengo mucha hambre-. Oír aquello me encogió el corazón. Sin pensármelo me dirigí a un hombre que estaba detrás de mí en la cola y, pidiéndoselo por favor, le pregunté si podía guardarme la vez, pues necesitaba ausentarme unos minutos; asintió con la cabeza. Acto seguido me dirigí hacia la Calle de la Paz -muy cerca de allí- donde hay una galería comercial. En uno de los bares pedí que me preparan un bocadillo de jamón serrano, y que me lo envolvieran para llevármelo.

De vuelta a la cola, con el bocadillo en la mano, tuve un pequeño contratiempo: una mujer que había llegado mientras yo me había ausentado, vino a decirme que no me colara, que guardara la cola. Todo se solucionó cuando el hombre al que le había pedido que me guardara la vez, terció en mi favor diciendo que el guardaba mi vez -aclaración que no había hecho antes-. La señora, con mucha educación, me pidió disculpas, y pude acercarme a mi sitio. Me situé a algo más de un metro de la mujer y, no sin cierto temor, medio desenvolví el bocadillo y, alargué la mano para dárselo, a la vez que le decía que era para su hija. La buena mujer, en un principio, no reaccionó. No decía nada ni hacía gesto alguno- Por favor, señora, tómelo -le dije-, es para su hijita. No dijo nada. Lo cogió, terminó de desenvolverlo y se lo dio a su hija, a la vez que le decía -Sofía, dale las gracias al señor-. ¡Ah, te llamas Sofía! -dije-. Yo tengo una nieta de tu misma edad que también se llama Sofía. La niña creo que no oyó lo que le decía, porque de inmediato se puso a comer el bocadillo. Miré a la mujer y, aunque con la mascarilla y las gafas no podía ver su rostro, si acerté a ver un par de lágrimas que discurrían bajo las gafas.

Aquello me sirvió para poder iniciar la conversación que, en definitiva, era el motivo de mi presencia en la cola. Ella se extrañaba de que estando yo también en la llamada cola del hambre, hubiera gastado dinero en un bocadillo para su hija. Le conté la verdad. Le dije que mi presencia en la cola se debía únicamente a mi interés por conocer de primera mano el estado de ánimo de las gentes que acudían al comedor social. Entre lágrimas me contó que ni ella ni su hija habían desayunado y que la cena del día anterior se había compuesto de un yogur para las dos. Me dijo que estaba divorciada, que vivía sola con su hija, que antes de la pandemia trabajaba como administrativa en una fábrica de componentes eléctricos; que la empresa había hecho un ERTE y que aún no le habían pagado ni un solo euro; que, a través de un gestor, estaban reclamando continuamente, pero o no recibían respuesta o la respuesta era para decir que tenía que esperar. Sabe -me decía- yo soporto el hambre, pero se me parte el alma cuando mi hija me dice que tiene hambre y no tengo nada para darle. He intentado hasta la saciedad encontrar un trabajo, pero al estar incluida en un ERTE, me dicen que no pueden emplearme, aunque ignoro si eso es cierto o sólo una disculpa. La empresa en la que trabajaba cerró. Actualmente estoy trabajando unas horas a la semana de limpiadora en una casa particular; naturalmente, sin que puedan darme de alta. Con lo que gano apenas si me llega para pagar el alquiler y los gastos de luz y agua. Vendí mi coche y algunas joyas que tenía, pero cuando se vende por necesidad, ya se sabe, el precio es bajo; además, sin ingresos el dinero se termina pronto. Mi ex marido hace un par de años que está desaparecido, por lo que tampoco puedo recurrir a él. Si no fuera por el comedor social, no lo sé, supongo que tendría que pedir limosna o morirme hambre.

Oyendo el relato de lo que era una verdadera tragedia se me heló la sangre en las venas. Sin pretenderlo imaginé a mi nieta Sofía en esa situación y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Cogí un bolígrafo y una tarjeta y le pedí su dirección. ¿Para qué la quiere? -me preguntó-. Para que, de vez en cuando, el super donde yo compro le envíe algunos alimentos. ¿Es usted periodista? -me preguntó-. Hice un gesto negativo con la cabeza. No quise hablar temiendo que mi voz se quebrara. Guardé la tarjeta, saludé con un movimiento de mano y, mientras me daba la vuelta la escuché decir; “Qué Dios le bendiga”.

Mientras caminaba hacia el garaje donde había dejado el coche, iba recordando las palabras que había escuchado decir al presidente del gobierno, algo que repetía machaconamente una y otra vez: “no dejaremos a nadie atrás”. Supongo que se refería a los políticos, porque ellos -todos-, por mal que vayan las cosas, seguirán percibiendo sus suculentos salarios y sus hijos no les dirán que tienen hambre, mientras que millones de personas en toda España viven en la indigencia; y que, gracias a su ineptitud para gobernar, el número aumenta constantemente. Y aún así -no puedo comprenderlo-, quedan ciegos de conveniencia que no quieren verlo o, peor aún, individuos como el que me insulta y me amenaza por criticar a un presidente y a un vicepresidente segundo que hacen de la mentira su bandera, y que están demostrando que lo único que les importa es su propio bienestar. ¡Pobre España! Ni tú has podido caer tan bajo ni esos ineptos subir tan alto.

6 thoughts on “REFLEXIONES EN VOZ ALTA

  1. Al margen de que podamos estar de acuerdo siempre, alguna vez o ninguna -nos podríamos preguntar si estamos siempre de acuerdo con nosotros mismos-, se observa un retroceso progresivo en la tolerancia y el respeto hacia los demás y sus opiniones, que es lo grave, en paralelo a la pérdida de valores de nuestra sociedad. Ánimo y un abrazo, amigo.

  2. V, muchas Gracias por el comentario. Coincido plenamente con su punto de vista. Lamentablemente, la falta de tolerancia y, en general, la pérdida de valores, para los que ya hemos doblado el cabo de los 80, nos resulta incomprensible y alarmante.
    Un abrazo.

  3. Recuerdo amigo Piorno, que cuando iniciaste este blog, nuestro máximo empeño era comentar historias y recuerdos de nuestra hermosa tierra leonesa y sus habitantes, guardar sentido recuerdo de nuestros antepasados, y disfrutar de aquellos amigos que aún nos acompañaban.
    Tus historias amigo Piorno, piezas fundamentales de tu blog y llenas de veracidad y ternura, nos contaban hechos reales de sucesos mineros que conocías de primera mano, situaciones vividas en tu extenso caminar por esos mundos lejanos, los entrañables recuerdos de tus excursiones a Vegapujin con el “destartalado” coche en compañía del querido y recordado Manolo Josefón. Muchas historias que salían de tu pluma para deleite y alegría de tus amigos y que te agradecíamos con nuestras aportaciones y respuestas. Incluso se nos ocurría escribir sobre “poesía o filosofía”.
    Pues bien, la situación de crispación que se vive en nuestro país, la pesada carga que soportamos por efecto del cobid-19, y la inmoral y nefasta coalición de nuestro gobierno, nos obliga queramos o no, a que en tu blog se critique la política actual.
    El socialista Rubalcaba, retrató a Sánchez y su Gobierno de “Frankenstein” y a Sánchez de “un radical de izquierdas” (ver el libro “Rubalcaba un político de verdad”, de Antonio Cano), y lo que es peor según mi opinión, que mienten y faltan a su palabra constantemente.
    Nunca un abrazo fue más nefasto como el que se dieron el Presidente y Vicepresidente del Gobierno actual aquel oscuro día. Nunca un abrazo significo menos.
    Mi abuela María, que aparte de santa era también sabia, diría: Sánchez, has metido a un zorro en el gallinero y te vas a quedar sin gallinas y sin plumas.
    Tu historia en la cola del comedor social Ave María, es para no olvidar. Gracias por el ejemplo.
    Un abrazo

  4. Amigo Nano. Gracias por tu -como siempre- magistral comentario. Parodiando a Rick Blaine (Humphrey Bogart) en la película Casablanca: «Siempre nos quedarán nuestros viejos recuerdos».
    Me ha alegrado leer tu comentario porque ello significa que te encuentras en plena forma. Cuídate, amigo. Espero que la tragedia que nos asola, mejor pronto que tarde, desaparezca y podamos volver a encontrarnos, a poder abrazarnos y a poder recorrer juntos los senderos de nuestra querida tierra.

  5. Hola amigo Piorno, que tragedia están viviendo. A lo que se a llegado por Dios!!! Parece una historia del pasado y no una realidad de estos tiempos del 2021, parece un relato de la post guerra… Solo hay que pedir que los gobernantes recapaciten y vean la realidad que se está viviendo en España como en tantas ciudades del mundo. Muy bueno tu comentario!!!!

  6. Amigos Tere y Enrique. Gracias por vuestro comentario y, sobre todo, por vuestros buenos deseos; aunque, muy a mi pesar, dudo que se cumplan. Tenemos un gobierno que, además de una cuadrilla de ineptos, están sirviendo a otros intereses ajenos a las necesidades de España. Sí, esa es la triste realidad; pero no toda la culpa la tiene el gobierno. Tenemos una oposición que su única preocupación son sus propios intereses, o lo que es igual: seguir en el machito. Por otra parte -todo hay que decirle- tampoco los ciudadanos -al menos una buena parte- estamos libres de culpa; pues parece que vamos muy a gusto en la burra; en suma, creo que tenemos lo que nos merecemos. Perdonar mi pesimismo, pero esto no da más de sí.
    Un abrazo.

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